Huele a lluvia. El camino hasta la finca se hace largo debido a los huecos en carretera destapada. Mientras el jeep anda, los viajeros nos contoneamos de un lado a otro, agarrándonos para no salir volando. A los lejos se ven las tonalidades en verde de las montañas y los árboles. De vez en cuando una rama entra de improvisto y nos hace agachar la cabeza.
Por la carretera van y vienen campesinos en sus burros, cargados de sacos. Viajamos desde San Jacinto hasta La Nasa, una finca a las afueras del pueblo, en el camino que comunica con la vereda Paraíso.
Nos recibe el señor Carlos Martínez, de 80 años y sonrisa noble. Viste botas negras pantaneras, camisa manga larga y gorra. Su cabello ya es blanco.
Vigoroso, este campesino se ha dedicado a trabajar la tierra con distintos productos y ahora, siembra cacao injertado, un cultivo que hace ya diez años empieza a replicarse en los Montes de María por iniciativa del Ministerio de Agricultura, que estableció en un principio 240 hectáreas entre San Juan, San Jacinto y El Carmen.
Mientras caminamos entre millares de hojas secas, nos explica que estas plantas, de metro y medio de altura más o menos, “siempre deben estar podadas”. Se eliminan ramas “mal dirigidas” o enfermas, para mantener el tamaño adecuado del árbol, mejorar la ventilación y la entrada de luz.
“Esta es la flor”, muestra. Una diminuta figura blanca que sale directamente del tallo, se asoma delicada y hermosa.
Don Carlos nos señala a continuación las “mazorcas” de cacao. Tienen figura de papaya. Dentro están los granos, de donde se extraen los sólidos y la manteca. Con tristeza miro algunas mazorcas que se han puesto completamente negras. Esas no sirven. Hay amontonadas cientos de ellas. Y es que el intenso verano que aquejó hace meses estas tierras afectó parte del lote.
Pero en general, la cosecha no pinta mal.
El ruido del machete del señor Carlos al cortar las ramas, se suma al de los pájaros que trinan y al del crujido de las hojas secas que pisamos.
“Es un cultivo promisorio. Ahora el kilo está en 7600. Es un alimento primordial, económicamente rentable y aunque nos afecta el cambio climático, este cultivo es agroecológico. Se le puede sembrar cultivos transitorios como el plátano, o árboles maderables o frutales”, explica Henry De Ávila, asociado de ASPROCAMM, la Asociación de Productores de Cacao de los Montes de María. Esta asociación del cacao con otros árboles o plantas más altas le sirve al primero porque necesita sombra y para que le corten la brisa.
La organización tiene 182 asociados entre los tres municipios, de los que están activos 120. El cacao de los Montes de María va hacia Barranquilla y luego parte hacia Medellín, a la Compañía Nacional de Chocolates.
Los Martínez, es decir Carlos y su hijo Luis, trabajan unas cuatro hectáreas en su finca, por iniciativa de ASPROCAMM.
Una nueva costumbre
La “ollita del café” también es la “ollita del chocolate”.
Cuando provoca, el grano del cacao se tuesta, se le quita la cáscara y se prepara. “Es amargo, del mismo color del chocolate”, comenta Don Carlos.
San Jacinto tiene potencial agrícola. El clima tropical de esta zona en medio de los Montes de María le da a sus tierras la calidad para la siembra de este producto e incluso del mismo café.
“Mi papá antes sembraba, pero no como ahora. Me quedo con esto porque es rentable y los cultivos tienen larga vida”, dice el veterano agricultor y nos da unas “pepitas” para el recuerdo. Sus manos huelen a chocolate.
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